La nueva versión live-action de ‘Lilo & Stitch’ ha generado un intenso debate tras su estreno, principalmente por el final polémico que difiere del clásico animado de 2002. En la nueva versión, Nani renuncia a la custodia de Lilo, dejándola con sus vecinos mientras ella parte a cumplir su sueño de estudiar biología marina en California.
Ante la avalancha de críticas que tildan este desenlace de egoísta e individualista, el director Dean Fleischer Camp defendió la narrativa, asegurando que su intención fue reflejar un enfoque más realista y fiel a la cultura hawaiana. En entrevista con Variety, señaló que muchos comentarios negativos provienen de personas que «ni siquiera han visto la película».
El concepto de ‘ohana’ y la adopción hanai
Fleischer Camp explicó que la creación del personaje de Tutu, quien se queda con la custodia de Lilo, responde a una crítica del propio Chris Sanders, creador original y voz de Stitch, quien consideró que el final de la cinta original no representaba adecuadamente los valores tradicionales de Hawái.
“El personaje de Tutu simboliza el concepto hawaiano de hanai, una forma tradicional de adopción informal basada en la comunidad y la familia extendida. Es una respuesta culturalmente auténtica a la pregunta de quién sostiene a los más vulnerables cuando todo falla”, indicó el director.
La intención fue ampliar el significado de ohana más allá de los lazos consanguíneos, proponiendo que la comunidad también juega un rol clave en el bienestar infantil.
Éxito en taquilla y posibilidades de secuela
Pese a las críticas, el live-action ha sido un éxito comercial, recaudando 775 millones de dólares a nivel global, según Box Office Mojo. Este resultado supera ampliamente a otros remakes de Disney que han fracasado en taquilla, como Dumbo o Blanca Nieves.
Con esta recaudación, no se descarta una posible secuela cinematográfica, considerando además la riqueza del universo de Lilo & Stitch, que ya cuenta con múltiples películas y series animadas derivadas del experimento 626.