La nueva adaptación de Frankenstein, dirigida por Guillermo del Toro para Netflix, se ha convertido en uno de los proyectos más ambiciosos del cine reciente. Con un presupuesto cercano a los 120 millones de dólares, el director mexicano dejó claro que su película no se construyó con pantallas verdes ni inteligencia artificial: eligió levantar escenarios físicos y trabajar con maquillaje extremo, en un esfuerzo consciente por reivindicar la artesanía frente a lo digital.
Durante el rodaje en Toronto y Escocia, el equipo construyó sets en 360 grados, incluyendo el laboratorio de Victor Frankenstein y el barco en el Ártico donde se desarrolla la confrontación final. Del Toro lo resumió de manera categórica: “No quiero digital. No quiero IA. Quiero artesanía de la vieja escuela. Quiero gente pintando, construyendo, martillando, enyesando”.

Actuaciones llevadas al límite
El trabajo artesanal también se reflejó en la interpretación de Jacob Elordi, quien encarna a la criatura. El actor pasaba hasta diez horas en la silla de maquillaje para dar vida al monstruo, cuya gestualidad se inspiró en la danza butoh japonesa y cuya voz se nutrió del canto gutural mongol. “Dejé de pensar en horarios; sólo esperaba a que llegara la camioneta para ir al set”, recordó sobre el rodaje.
Por su parte, Oscar Isaac interpretó a Victor Frankenstein con una mezcla de referencias a figuras como David Bowie y Mick Jagger, bajo la dirección de Del Toro, que lo guiaba con frases como: “Dame más Mick Jagger”. El contraste entre la inocencia trágica del monstruo y la arrogancia de su creador se convirtió en uno de los ejes narrativos del filme.
Del Toro contra la inteligencia artificial
La negativa de Guillermo del Toro a emplear IA en Frankenstein es parte de una postura más amplia sobre el arte contemporáneo. El director ha señalado en diversas ocasiones que los algoritmos no pueden sustituir la intención ni el riesgo humano. “La IA ha demostrado que puede hacer salvapantallas medianamente atractivos; eso es todo”, declaró recientemente.
En 2022, citó al maestro japonés Hayao Miyazaki para reafirmar su rechazo, calificando la animación hecha con IA como “un insulto a la vida misma”. Para Del Toro, el arte requiere de humanidad, de imperfecciones y de sacrificio, elementos que ninguna aplicación puede reproducir.
Por ello, Frankenstein no sólo es el resultado de tres décadas de trabajo y pasión personal, sino también una declaración de principios: en plena era de simulación digital, Del Toro optó por los oficios tradicionales, reivindicando el valor del esfuerzo humano en el cine.
La cinta tendrá su estreno mundial en el Festival de Venecia el 30 de agosto, llegará a salas selectas el 17 de octubre y se estrenará en Netflix el 7 de noviembre.