El cineasta mexicano Guillermo del Toro volvió a alzar la voz contra el uso de la inteligencia artificial (IA) en la creación artística. En una reciente entrevista concedida durante la promoción de su nueva película, Frankenstein, el director fue categórico al afirmar que “preferiría morir” antes de emplear IA generativa en su trabajo.
Con su característico tono apasionado, el ganador del Óscar por La forma del agua advirtió sobre los peligros de una tecnología usada sin ética ni comprensión, comparando su arrogancia con la del propio doctor Frankenstein, símbolo literario de la creación desmedida y la soberbia humana.
“Preferiría morir” antes que usar IA
Durante la entrevista, Del Toro relató que recientemente le preguntaron por correo cuál era su postura frente a la inteligencia artificial. Su respuesta fue contundente:
“El otro día, alguien me escribió un correo electrónico y me preguntó: ‘¿Cuál es tu postura sobre la IA?’. Mi respuesta fue muy breve: Preferiría morir.”
El realizador explicó que su rechazo no proviene del miedo a la tecnología en sí, sino de la irresponsabilidad con que los humanos la emplean.
“Mi preocupación no es la inteligencia artificial, sino la estupidez natural. Eso es lo que impulsa la mayoría de las peores características del mundo.”
Del Toro, de 61 años, reiteró que jamás usará IA generativa en su trabajo:
“La IA, en particular la generativa, no me interesa ni me interesará jamás. Tengo 61 años y espero poder seguir sin interesarme en absoluto en su uso hasta que muera.”
‘Frankenstein’ como espejo moral
La postura del director se enlaza directamente con los temas de Frankenstein, su nueva película, que explora los límites entre la creación, la fe y la arrogancia humana.
Del Toro recordó que su fascinación con el mito de Frankenstein comenzó cuando tenía siete años, al ver la versión de 1931 protagonizada por Boris Karloff. Aquella experiencia, explicó, fue casi religiosa:
“Vi la resurrección de la carne, la inmaculada concepción, el éxtasis, los estigmas. Todo tenía sentido. Entendí mejor mi fe o mis dogmas a través de Frankenstein que a través de la misa dominical.”
Desde entonces, la criatura de Mary Shelley se convirtió en su “mesías personal”, un reflejo de lo que el propio Del Toro busca en el arte: humanidad, vulnerabilidad y compasión.
En esta nueva adaptación, protagonizada por Oscar Isaac, Mia Goth y Jacob Elordi, el director reinterpreta la historia desde un enfoque espiritual y humanista. Más que un monstruo, su Frankenstein es una metáfora sobre el deseo de amor y la necesidad de pertenecer, incluso cuando se nace del error.
El arte frente a la máquina
Del Toro también reflexionó sobre su visión de la muerte, tema recurrente en su filmografía:
“Soy un gran fan de la muerte… Es el metrónomo de nuestra existencia. Sin ritmo, no hay melodía.”
Para él, la conciencia de la finitud es lo que otorga sentido tanto a la vida como al arte. En contraste, la IA generativa representa un intento de automatizar la creatividad, de “producir sin sentir”.
Su rechazo no es meramente técnico, sino filosófico: el cineasta defiende el arte como un acto de empatía, imposible de replicar mediante algoritmos.
“Crear sin empatía —ya sea un monstruo o una máquina inteligente— puede convertirnos en aquello que tememos”, ha dicho en más de una ocasión.
Una carrera dedicada a lo humano
A lo largo de su obra, Del Toro ha explorado la belleza y el horror que coexisten en lo humano. Películas como El espinazo del diablo, El laberinto del fauno y Pinocho combinan fantasía y tragedia para cuestionar qué significa ser un alma viva en un mundo que olvida la compasión.
Con Frankenstein, que llegó a cines el 23 de octubre y estrenará en Netflix el 7 de noviembre, el tapatío cierra un ciclo creativo que comenzó hace décadas y reafirma su convicción: el arte debe seguir siendo profundamente humano, incluso en la era de las máquinas.